Las palabras buscan salir de mí hacia el papel, hacia la pantalla del ordenador, hacia la gente que me escucha. Las palabras pueden brotar de mí sin parar. Tengo muchas palabras. Puedo hablar y escribir durante horas y horas; me gusta hablar y escribir. Las palabras solas tienen su significado propio, pero unidas tienen otro, en una extensión de sí mismas de la mano de otras. Y tienen derecho a su significado individual, pero también al que las demás les aporten. Entonces el abanico es enorme. “Mesa” significa algo en sí misma, pero si dices: “La mesa estaba abarrotada de papeles y lapiceros, incluso un enorme gato rojo dormía en ella plácidamente, mientras el escritor comenzaba un nuevo cuento de Navidad”. Esta mesa se ha convertido en un objeto mucho más interesante. Las palabras solas son maravillosas: nostalgia, melancolía, buhardilla, singular, etc. Pero unidas con otras tienen más posibilidades de vivir historias nuevas cada día. Esto les apasiona tanto que se vuelven locas cuando se reúnen, entusiasmadas por ir y traer, formar misterios o infundios, convertirse en armas peligrosas o miel en el paladar de quien las deja salir y en el oído del que escucha.
Ahora que hay más paz en mí y que ya no tengo miedo de los rostros hostiles, es el momento de buscar las palabras adecuadas, saborearlas, mimarlas, disfrutar de sus sabores modulando mi voz. Igual en el papel, en la pantalla del ordenador, en una servilleta o en las hojas de los árboles, emulando a Emily Dickinson. Es muy importante expresar bien los sentimientos, las sensaciones, incluso los enfados, con palabras adecuadas: bonitas cuando toca, evocadoras tras una ventana una tarde de lluvia, a veces decadentes en las casas con fantasmas, y anticuadas al ponerte el broche de la abuela. Son tantas las posibilidades de las palabras. Pueden formar mundos maravillosos en este que tantas veces no nos gusta. Pueden dibujar sonrisas en los demás o verter lágrimas de los ojos queridos cuando no elegimos las idóneas.
Estoy llena de palabras y quiero entretenerme en escoger a las mejores y desterrar a las dañinas. Esta Navidad saldré con un saco lleno para repartirlas como regalos nada costosos, pero sí, espero, inolvidables.
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