RSS

Un grupo de.... mmmm.... bueno eso!

Palabras

Las palabras buscan salir de mí hacia el papel, hacia la pantalla del ordenador, hacia la gente que me escucha. Las palabras pueden brotar de mí sin parar. Tengo muchas palabras. Puedo hablar y escribir durante horas y horas; me gusta hablar y escribir. Las palabras solas tienen su significado propio, pero unidas tienen otro, en una extensión de sí mismas de la mano de otras. Y tienen derecho a su significado individual, pero también al que las demás les aporten. Entonces el abanico es enorme. “Mesa” significa algo en sí misma, pero si dices: “La mesa estaba abarrotada de papeles y lapiceros, incluso un enorme gato rojo dormía en ella plácidamente, mientras el escritor comenzaba un nuevo cuento de Navidad”. Esta mesa se ha convertido en un objeto mucho más interesante. Las palabras solas son maravillosas: nostalgia, melancolía, buhardilla, singular, etc. Pero unidas con otras tienen más posibilidades de vivir historias nuevas cada día. Esto les apasiona tanto que se vuelven locas cuando se reúnen, entusiasmadas por ir y traer, formar misterios o infundios, convertirse en armas peligrosas o miel en el paladar de quien las deja salir y en el oído del que escucha.

Ahora que hay más paz en mí y que ya no tengo miedo de los rostros hostiles, es el momento de buscar las palabras adecuadas, saborearlas, mimarlas, disfrutar de sus sabores modulando mi voz. Igual en el papel, en la pantalla del ordenador, en una servilleta o en las hojas de los árboles, emulando a Emily Dickinson. Es muy importante expresar bien los sentimientos, las sensaciones, incluso los enfados, con palabras adecuadas: bonitas cuando toca, evocadoras tras una ventana una tarde de lluvia, a veces decadentes en las casas con fantasmas, y anticuadas al ponerte el broche de la abuela. Son tantas las posibilidades de las palabras. Pueden formar mundos maravillosos en este que tantas veces no nos gusta. Pueden dibujar sonrisas en los demás o verter lágrimas de los ojos queridos cuando no elegimos las idóneas.

Estoy llena de palabras y quiero entretenerme en escoger a las mejores y desterrar a las dañinas. Esta Navidad saldré con un saco lleno para repartirlas como regalos nada costosos, pero sí, espero, inolvidables.

Ana Martínez.

De la melancolía

El otoño, el frío, la nieve…el invierno cercano…los cumpleaños…las fiestas que en breve nos invadirán…Con el ánimo decadente bajo los últimos escalones de este año 2010. Un año de botella medio vacía, por más que se intentase mirar con el color del cristal más alegre.

El insigne médico Hipócrates de Cos teorizó que la melancolía era una enfermedad causada por el planeta Saturno que inducía al bazo del paciente a segregar grandes cantidades de bilis negra – en griego melainacole -, la cual oscurecía el estado de ánimo. Sabiendo esto ahora reconozco en su justa medida la sabiduría de mi madre, que de vez en cuando me decía “que negra se me está poniendo la bilis” o tengo “la bilis negra”, aunque si bien ella, creo yo por el contexto, lo decía por la mala leche que le estaba entrando, nada que ver con la melancolía…Bilis negra o atrabilis. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada. Definición de la Real Academia Española.

Melancolía, tristeza, es una dulce compañía, aunque empalaga y enferma como el azúcar…dejar que nos visite de tanto en tanto…que nos haga más conscientes de la brevedad…y dejar que se vaya…no retenerla más del tiempo necesario…o no se irá…y pasará a denominarse otra cosa…que lejos de ser tan romántica se trastoca en dura enfermedad...

Lilith