Películas...poemas...novelas...H.P. Lovecraft...Poe...Horacio Quiroga...y más...muuchoosss más que yo no soy ni capaz de leer...
Siempre la imaginación...que poderosa!...juega con nosotros...en nuestro inconsciente y con nuestro consciente...que bonito juguete y que barato...ese subidón de adrenalina...la carne de gallina...el escalofrío que recorre las espalda...los pelos de punta...ese grito espontaneo...los ojos abiertos como de buho...sin parpadear...tapandolos en ciertos momentos...movimiento incontrolable de piernas...y buscando con la mirada un miedo similar en los acompañantes...(mal de muchos...)...metiendo los dedos en los oídos...
Realmente parece que se nace sin miedo...Luego el miedo...nos llega a traves de estimulos a nuestros sentidos...y se queda ahí...dentro...agazapado...en mi pueblo dicen que el miedo es libre...por eso cada uno coge el que quiere...y tienen razón...
Yo ahora...para sentir miedo...solo tengo que leer alguna prensa...algunos articulistas (si de esos que hacen arte con el culo...o que son listos del culo...no se ahora mismo)...escuchar algunas "opiniones"...ver algunos canales...para creer que vivo a un paso del apocalipsis...y de todos sus horrores...
Luego de eso... el sabueso de los baskerville...El hundimiento de la casa Usher...oye...como que me siento más relajada...
"...Durante una hora el perro aulló sin moverse, aulló como en un sueño angustioso; y el miedo, el el tremendo miedo, entraba en mí; ¿miedo a qué? ¡Qué sé yo! Era miedo y punto.
Nos quedamos inmóviles, pálidos, en espera de un acontecimiento horrible, aguzando el oído, el corazón palpitante, trastornados al mínimo ruido. El perro comenzó a dar vueltas por la habitación, husmeando las paredes y siguiendo con sus gemidos. ¡Aquel animal nos hacía enloquecer! Entonces el campesino que me había hecho de guía se le hecho encima en pleno paroxismo de terror y, abriendo una puerta que daba a un pequeño patio, lo arrojó fuera.
Enmudeció enseguida, y nos vimos sumidos en un silencio más espantoso aún. De improviso, todos a la vez, nos sobresaltamos: un ser se arrastraba pegado a la pared del lado que daba al bosque; luego rozo la puerta y pareció que la tantease, con mano insegura; no se oyó nada más durante un par de minutos que nos hicieron enloquecer; luego volvió, siempre rozando la pared; y raspo despacito, como podría hacerlo un niño con una uña. Y de pronto, pegada al cristal de la mirilla apareció una cabeza blanca con dos ojos relucientes como los de una fiera; salía de su boca un ruido indistinto, un murmullo quejumbroso..." (El miedo de Guy de Maupassant).
Sip...
Lilith.
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